Se calcula que cerca de 235 millones de personas en el mundo sufren de asma. El asma
es una enfermedad respiratoria crónica en la que se produce
una inflamación y estrechamiento de las vías que conducen el aire a los
pulmones y que se puede agravar dadas ciertas condiciones o factores,
como podría ser una humedad relativamente excesiva en el aire,
temperaturas bajas o agentes irritantes, como por ejemplo el cloro. La
inhalación de sustancias o particulas irritantes o alergénicas son, en
efecto, el principal factor de riesgo para los asmáticos.
El asma
se caracteriza por ataques recurrentes de disnea (dificultad
respiratoria) y sibilancias, que pueden manifestarse varias veces al día
o a la semana, y en algunos casos empeoran durante la actividad física o
por la noche. La gravedad de los síntomas es variable según el
paciente.
Aunque se desconoce la causa del asma,
los principales factores de riesgo son la combinación de una
predisposición genética con la exposición ambiental a sustancias que
pueden provocar reacciones alérgicas o irritar las vías respiratorias,
tales como ácaros del polvo doméstico, los pólenes o los mohos, el humo
del tabaco, irritantes químicos en el lugar de trabajo y la
contaminación atmosférica.
Hay otros desencadenantes del asma, como el aire frío, las emociones fuertes (miedo, ira) o el ejercicio físico (esta última conocida como Asma Inducida por el Ejercicio).
Algunos medicamentos como la aspirina y otros antiinflamatorios no
esteroideos o los betabloqueantes (fármacos utilizados en el tratamiento
de la hipertensión arterial, algunas enfermedades cardiacas o la
migraña) también pueden desencadenar ataques de asma.
A
pesar de ser una enfermedad que afecta a un porcentaje considerable de
la población mundial, es una de las enfermedades menos diagnosticadas y
tratadas. Por suerte, los tratamientos modernos permiten que el paciente pueda llevar una vida normal, permitiéndole incluso realizar actividad física.
Aunque
en un principio se condenaba a los asmáticos a limitarse en el
ejercicio físico, en recientes estudios se ha comprobado que al realizar
esfuerzos físicos controlados, se aumenta la resistencia del paciente
con respecto a padecer un ataque asmático. De forma que, un entrenamiento constante y planificado podría permitirle al deportista asmático a convivir mejor con el asma.
En el deporte 10% de los atletas profesionales sufren de asma. Las proporciones varían según la especialidad, siendo la natación,
la que presenta la mayor participación de asmáticos, superando el 20%,
porcentaje que rondan los ciclistas y esquiadores. En deportes de mayor
intensidad como el baloncesto o el fútbol, la cantidad se reduce por
debajo del 9%.
Son muchos, pero algunos de los deportistas asmáticos de élite más destacados son: Miguel Indurain (cinco veces campeón del Tour de Francia), Paula Radcliffe (actual plusmarquista mundial de maratón), David Beckham (fútbol), Jordi Llopart (atletismo), Mireia Belmonte García (natación), Jacky Joyner-Kersee o Frank Lampard (fútbol).
Si sufres de asma
o sospechas que puedes padecer esta patología, la recomendación inicial
es acudir a un médico especialista (neumonólogo) que pueda hacer el
diagnóstico correcto y desarrollar tu plan de tratamiento y control. La
segunda recomendación es que sigas el tratamiento y tomes tus
medicamentos tal cual fueron recetados por el médico.
El
hecho de tener síntomas de asma cuando se hace ejercicio no significa
que no pueda o no deba hacerlo. Sin embargo, es importante tomar algunas
precauciones. Algunas recomendaciones para los asmáticos a la hora de realizar ejercicio:
- Si sales a correr, lleva siempre tu inhalador a mano e indica en una tarjeta médica de emergencia que eres asmático
- Antes de comenzar a correr o a realizar cualquier actividad deportiva, es importante realizar un calentamiento previo
- Si el clima está frío o el ambiente contaminado, es ideal que utilices una bufandas o cubras tu boca.
Foto: Photos.com, NIH
Tomado de la pagina www.soymaratonista.com
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