Tomado de la página www.hepltrainer.com
Las pulsaciones a las que late nuestro corazón es una medida bastante fiable acerca del ritmo al que nos estamos entrenando. Es un método de medición sencillo y muy extendido.
La teoría
Cuando
realizamos una actividad física, nuestros músculos demandan oxígeno
para ser utilizado como combustible. Producen desechos de esa combustión
y todo ese material debe ser suministrado y eliminado a través de la
sangre. De todo esto se encarga el corazón.
Cuanta mayor es la intensidad mayor debe ser la cantidad de sangre que fluye hacia los músculos. De esta manera, nuestro corazón aumenta el número de latidos por minuto (frecuencia cardíaca) para satisfacer toda esta demanda.
La práctica
La
teoría dice que si demandamos energía, nuestro corazón aumenta su
velocidad y satisface esa demanda. Sin embargo, en la práctica esto no
es así de sencillo. No somos máquinas y por lo tanto, la capacidad de funcionar a unos límites es finita, es decir nos cansamos y debemos detenernos porque nos quedamos sin combustible.
Deportistas principiantes
Cuando somos principiantes, nuestro sistema circulatorio es poco eficiente. No estamos acostumbrados a grandes esfuerzos, por lo tanto, nuestros pulmones, toman poco oxígeno y nuestro corazón es pequeño.
Con la práctica deportiva, vamos ganando en eficiencia, nuestros pulmones son capaces de absorber cada vez más oxígeno y nuestro corazón se hace más grande y fuerte y por lo tanto aumenta su capacidad para satisfacer la demanda de nuestros músculos.
Cuando comenzamos a practicar deporte, cualquier esfuerzo prolongado hace que nuestra frecuencia cardíaca alcance niveles altos, nuestra respiración también se acelera. Es algo normal y a todos nos ha ocurrido. Tenemos poca resistencia porque no podemos satisfacer las demandas de nuestros músculos.
Es decir, cuando somo principiantes vamos casi siempre al límite y cualquier esfuerzo extra nos hace detenernos porque necesitaremos descansar. Nuestras pulsaciones serán muy altas a poco que nos excedamos un poco.
Por lo tanto, el entrenamiento que todo deportista debe realizar al principio está encaminado a mejorar su eficiencia energética.
Esto se consigue realizando entrenamientos a ritmo suave y de larga
duración. Una persona que comienza no es capaz de aguantar mucho tiempo
ejercitándose a una elevada intensidad. En estos casos el entrenamiento
por pulsaciones es poco fiable porque enseguida alcanzamos niveles muy
altos.
Deportistas intermedios y avanzados
Con el paso del tiempo, nos hacemos más eficientes. Nuestro corazón ha crecido, se ha hecho más fuerte. Somos capaces de hacer esfuerzos con un pequeño aumento de nuestras pulsaciones y somos capaces de aguantar más tiempo ejercitándonos a pulsaciones elevadas.
Las principales diferencias entre un deportista principiante y uno intermedio o avanzado. Su capacidad para aguantar esfuerzos prolongados y de larga duración. Es
capaz de aumentar sus pulsaciones ante un esfuerzo grande y volver a un
ritmo menor sin que para ello tengamos que detener el entrenamiento.
Un deportista es más eficiente que una persona sedentaria.
Es capaz de realizar esfuerzos mayores con un menor gasto energético.
Se recupera mucho mejor de un esfuerzo elevado o es capaz de alternar
esfuerzos medios y elevados durante espacios de tiempo prolongado.
Por eso, cuando ya tenemos cierta forma física, podemos comenzar a entrenar a diferentes intensidades pues nuestro cuerpo las podrá asimilar. Antes incluso podría ser perjudicial.
Resumen
Las pulsaciones de nuestro corazón determinan la intensidad de nuestro esfuerzo. Cuando somos principiantes,
cualquier esfuerzo pequeño hace que nuestro corazón eleve mucho sus
pulsaciones. Debemos ser cuidadosos con el ritmo al que entrenamos.
Cuando tenemos experiencia, nuestro corazón late más
despacio y es capaz de aguantar esfuerzos mayores durante más tiempo. El
ritmo al que entrenamos puede aumentar y es recomendable forzar a
nuestro cuerpo hasta el límite.
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